viernes, 8 de abril de 2016

S E N T I M I E N T O T E M P R A N O

                                              S E N T I M I E N T O   T E M P R A N O


Tal cual me sucedió.

Caía la tarde y yo miraba el reloj del aula con impaciencia, el profesor de inglés yacía adormilado en su escritorio, el anciano, o se aburría en su casa, o amaba su profesión y pensaba dar clases hasta morir, ya debería estar jubilado, pero seguía, y más era lo que dormía que lo que enseñaba. En cambio el profesor de historia del Perú, era la muerte y lo esperábamos ansiosos; esta tarde las dos primeras horas fueron con él, fiel a su estilo, comenzó preguntando -como si fuera el tema de su clase- si ya todos le habíamos arrojado la cabeza a los leones, la mayoría nos quedamos pensando qué quería decir, mientras los más grandes sonreían con suficiencia y se lanzaban miraditas cómplices. Así comenzaba su clase de historia el querido profesor, con una clase previa de sexo que esperábamos el salón en pleno con devoción de iniciados. Esta vez, de calculada manera nos enseñó a los más pequeños y los grandes, que nuestro engreído pajarito en algún momento no muy lejano, iba a descabezarse, si no de forma natural, sí con la ayuda de nuestras hábiles manos y fecunda imaginación, para finalizar nos dijo, que si a finales de año algunos aún seguíamos capullo, le avisáramos a nuestros padres para que nos hagan ver por un médico, porque la cabeza tenía que estar libre no sólo por higiene, sino libre de frenos para que no nos duela al momento de la acción, y sobre todo, para que la chica quede gratamente impresionada... ¡Grande el profesor!

¡Por fin sonó el timbre! Soy el primero en salir pero el auxiliar me llama, maldita sea ¡qué carajo querrá ahora que estoy apurado!..."Solís, no me ha traído firmada la esquela que le envié a su padre, ¿quiere que de parte al director?"... Señor, no le puedo dar esa esquela a mi padre porque me va a matar, que le parece si más bien le doy a usted algo más que por las inasistencias y queda ahí ¿sí? ¿cuánto?... "Bueno, son cinco soles pero la próxima no te salvas ¿entendido?"... Si señor, acá tiene, gracias. La bronca de ayer me ha costado cinco soles, alguien le dio el soplo y el auxiliar nos pescó bien trenzados, pero nadie habla mal de mi *ojitos*, porque por ella ¡le saco la mierda al mismo auxiliar!

Salí como un pedo y corrí a darle el encuentro en el paradero. Ya casi es las seis de la tarde, seguro ya se ha ido, si no, pierde el pasaje escolar; en eso la veo, y ella a mí, con sus grandes ojos de fulgor intenso, se hace la que no se da cuenta, pero me sigue con el rabillo del ojo, le sigo el juego y como al descuido le doy el encuentro, me sonríe, y... esos ojos, sueño con ellos y parecen tener vida propia, siento que me dicen que no desespere, que ella me quiere, sino que tiene que poner a prueba mi paciencia, para saber cuánto la quiero yo. Pero ahora estoy despierto y con ella, la noto inquieta, claro, es más de las seis y le van a cobrar pasaje adulto ¿le alcanzará?

Sube apresuradamente, y yo tras ella, procuro no pegarme mucho a su cuerpo en ese ómnibus atestado, es capaz de darme un pellizco. Se acerca el cobrador con cara de pocos amigos, anticipando con su gesto que no hará ninguna concesión aunque le rueguen... ¡Pasajes! La conmina la bestia, y ella, la bella, mi *ojitos* le da su monedita y el ogro... ataca: ¡Ya no hay escolar, son más de las seis, pague su pasaje completo! Ella se cohíbe, no sabe qué hacer, pobre, no tiene más y estoy yo, yo, al que nunca deja que le pague su pasaje, por orgullo creo yo, o porque así la ha prevenido su mamá, la cosa es que en ese momento un señor ya mayor interviene: "yo le presto a la niña, cóbrese", y yo, pienso: ¡no, este salvataje me corresponde a mí y nadie más en este mundo! Y clavando mi mirada en esa generosa persona, y con la voz más gruesa que puedo sacar, le digo: señor muchas gracias pero yo le pago el pasaje a ella. Él, me mira sonriendo y se hace a un lado... seguro se acordaba de sus tiempos idos.

Hicimos el trayecto en silencio, pero su mirada brillaba agradecida cuando en cada frenada del carro me inclinaba hacia ella y la miraba complacido, mientras le pedía a Dios, que todos los días que viajase conmigo... le faltara para su pasaje. Por fin llegamos al paradero en que tácitamente de acuerdo nos bajábamos, estábamos a varias calles de su casa, y emprendíamos el camino lentamente. Le pregunté por qué se había hecho tarde, en broma le dije si no habría sido por esperarme a mí, y le conté la demora con el auxiliar y la pelea, se sonrojó, y muy seria me dijo que nadie tenía que hablar de ella porque a nadie le daba confianza, menos a mis amigos, y que no, ni se había dado cuenta si yo llegaba o no. Seguimos caminando y la tomé de la mano, ella como sin darle importancia miró a otro lado, nos acercábamos al portón de una casona antigua en penumbras y la detuve, ella me miró inquieta, yo la tomé delicadamente de los hombros, ella bajó sus lindos ojos y entonces, me le acerqué en cámara lenta para no asustarla, bese sus labios suavemente y con ternura, y emprendimos el camino nuevamente. Ya era tarde y su mamá estaría preocupada, me advirtió, cuando de pronto: ¡¡Rosa!!... Escuchar esa voz -que a mi me sonó con una energía militar- y gemir, más que pronunciar ¡mi mamá!... fue un sólo coro para el drama. Yo me di vuelta con ella mientras suplicante me susurraba... vete Jesús, vete... pero enfrenté respetuosamente a su madre: Señora, comencé a decir... y no me dejó continuar, mirándome de la cabeza a los pies, y de regreso hasta llegar a mis ojos, fulminándome con su mirada me lanzó esta frase, para mí, inolvidable: ¡Miren a este mojón! (En Perú se usa también como sinónimo de caca, pero la buena señora sólo quiso decir que yo aún no valía la pena... o eso me hizo creer, unos años después). Vete, volvió a suplicarme desfalleciente mi amada, vete... y me fui, angustiado por ella, pero diciéndome con la conciencia tranquila: En este día, he acudido en su auxilio dos veces, todo un record, que estoy dispuesto a superar en el futuro, si fuera necesario, que al fin y al cabo... sólo tenemos trece años.

                                                                    F  I  N    

9 comentarios:

  1. Qué historia tan tierna, me ha sabido a poco, Pensador. ¿Qué pasó con "Ojitos"? No dejaré de preguntarte por ella y por ese niño educado, enmarado hasta los "tuétanos", cómo dicen por aquí por Andalucía. Ah! Decirte también que al principio me has sacado una risa. ¡Glande el profesor! jajaja.
    Un abrazo, Jesús.

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    1. Caris...

      Es contagiante tu luminosa alegría, y muy contento te confieso que celebro tu buena disposición para con mis escritos, que quizás pequen de pecadores en algunas tórridas circunstancias, pero no faltarán a su verdad, y las cosas las llamaré por su nombre, tal como las siento, o las entiendo, o las imagino, o las viví, como en este caso: una remembranza de mis más felices recuerdos.

      ¿Sabías que la curiosidad mató al gato... o a la gata? Pero no dejaré de satisfacer la tuya... Caris preciosa. *Ojitos*, me dio la exclusividad de bañarme de amor, en las profundidades de sus bellos ojos.

      Un beso... preciosura.

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    2. No tengo prisa, esperaré el tiempo que sea necesario.

      Muchas gracias por atender mi curiosidad de alma libre pero amante de las historias bien contadas, vamos... que mientras la leía veía la escena como en una película, y eso sólo lo consiguen l@s buen@ escritores.
      Un beso.

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    3. Caris:

      Aplaudo tu firmeza, y es que en verdad la metáfora: "La curiosidad mató al gato... o a la gata", está incompleta, le faltaba: "pero la satisfacción lo/a revivió". Así que, estamos avisados.

      Un beso.

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  2. ¡Pobre pajarito! Seguro que acabó sin cabeza antes de finalizar el curso…
    Una tierna historia, los primeros escarceos de la adolescencia en las artes amatorias, cuando por primera vez sentimos el corazón al galope.
    Todos hemos tenido algún momento de ésos, los primeros amores, yo también tuve alguno, muy pocos, la verdad, y además sin llegar a nada… eran otros tiempos y aquí las mujeres estábamos muy reprimidas y en mi situación, interna en un colegio de monjas, aún más. Ya imaginas, los chicos eran el demonio y si te tocaban ibas de patitas al infierno, ¡qué tiempos!
    Me ha gustado mucho, he disfrutado de la lectura de esta aventura juvenil tuya ¿en qué acabó?
    Un beso

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    1. Aprovecho tu sitio, Pensador, para dar un beso grande a Estrella, otra de mis preferidas escritoras de la Comunidad.
      Besos, estrella.

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    2. Estrella...

      El pobre pajarito salió bien librado de esta temprana prueba, y fortalecido en su autoestima, fue el engreído de quienes lo acogieron.

      Sí, un colegio de monjas es riguroso en la formación de sus niñas y su relación adulta con el mundo. Es el modelo de vida que escogieron las religiosas, y se supone les da paz, lo que entre otras disciplinas, divulgan. En su favor puedo decir, que fue parte de tu formación y de alguna manera contribuyeron a despertar en ti, esa maravillosa capacidad de captar y expresar... la vida en su esencia.

      ¿En qué acabó?... Todavía no sé cómo termina.


      Un abrazo... Estrella.

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  3. Buenos días, pensador:
    Tienes el regalito que os prometí a Annimo y a ti en mi blog.
    Espero te guste.
    Un beso.

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    1. A tu blog me remito, y sé de antemano que serás generosa con este cautivo admirador.

      Un beso... Caris.

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